La Reserva Nacional Jeinimeni tiene una riqueza arqueológica poco conocida por el común visitante, pinturas rupestres de mas de 7000 años en un entorno moldeado por el clima y el tiempo.
La roca enclavada es un desafío a la gravedad, donde actuaron por milenios los agentes abióticos para esculpir y moldear un gigante que ha sobrevivido en el tiempo. Un silencioso testigo de aquellos seres humanos que vivieron, corrieron y cazaron en sus cercanías, que incluso deben haber contemplado su presencia tal cual lo hacemos nosotros hoy.
La caminata sigue por la quebrada que divide el valle, para llegar a una formación rocosa que deja ver varias cavernas. En la actualidad, algunas algunas de ellas ofrecen refugio al ganado de los lugareños. Las cavernas se presentan a ambos lados del valle y ya la imaginación comienza a volar y me hace pensar en aquellos que la habitaron primero, los Tehuelches.
En una de ellas es posible ver antiguos vestigios de pinturas rupestres, las manos de aquellos que hicieron de este hermoso lugar su hogar, pero que sucumbieron al tiempo y colonización. Estas pinturas son un antiguo método de aerográfia, que se obtenía al sobreponer la mano y aplicar óxidos (de fierro por ejemplo) soplando por el espacio vacío de la médula de un hueso, obteniendo impresiones en negativo.
Siguiendo el sendero y sobre la cumbre se puede obtener otra imagen del sector, que hace pensar en los valles que podría presentar luna.
La Reserva Jeinimeni, Primera Parte...
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