Alaska, Alyeska.

Ya les conté de como nace la idea de viajar a Alaska y el criterio en el cual fue organizado.   Fueron 14 días intensos y mas de 1500 km de ruta, pescando.
Recorrimos desde Anchor Point (Anchor River) hasta Troublesome Creek, camino al Parque Denali. Sobre la ruta hay muchos ríos y arroyos, algunos se pescan en áreas inlfuenciadas por la marea, otros son cursos de agua cristalinas, mientras que la mayoría son ríos del tipo lechoso por venir de deshielos de glaciares.  Luego desde Wasilla nos fuimos a Valdez.  Pescamos muchos lugares, cada día lugares distintos.  Entre los lugares que recordaré de forma muy especial serán, Montana Creek, Quartz Creek, Russian River, Anchor River, la flotada sobre el río Kenai, flotar un sector de la bahía de Valdez, los cardúmenes de Dolly Varden del Robe River y la infructuosa flotada en el lago Louise en busca de las truchas de lago.  Aveces hay que dejar algo por lo cual volver.

 
Ver cada curso de agua era una sorpresa, forma, estructura, entorno, tipo de agua...  como dije algunos son lechosos y muy pocos son de aguas claras.  Siempre buscamos los rios claros, pero la verdad es que los ríos lechosos estaban colmados de salmones.  Por ejemplo, casi en cada lance que efectué en la confluencia del Troublesome Creek con Chulitna River, obtuve un salmón Chum...  el problema es que casi todos eran "robados".  Jerga pescadora para señalar que el anzuelo los ha clavado en cualquier parte del cuerpo (aletas, lomo, cola,...) pero menos de la boca... por ende la mosca no tuvo ningún estimulo sobre el pez... este ultimo solo tubo la mala suerte de estar nadando en su camino.   Pero esto no solo le quitaba emoción a la "pesca deportiva", esa que busca tentar la mordida del pez, de engañar como si fuese alimento o desencadenar su ira sobre el intruso (nuestra mosca). Si no que ademas agregaba la carga de recoger la linea con un pez mal enganchado, usualmente el doble de tiempo para arrimarlo a la orilla y sacarle en anzuelo, cansaba el brazo, desanimaba a efectuar más lances en ese sitio y nos limitaba al uso de cañas de altas numeraciones.





Si bien había una gran presión de pesca diaria, muuuuchos pescadores, con todo tipo de técnicas... debo decir que habían peces para saciar el deseo de pesca de cualquier pescador.  Una abundancia que solo alaska puede ofrecer.   Mientras lanzaba a las correntadas en busca de salmones, otros venían remontando por las orillas y pasaban por al lado de mis piernas.   Incluso estando en mi balsa de pesca, viejos salmones pink eran atraídos por el agua en movimientos de mis aletas de rana mientras avanzaba en busca de cohos.
Los salmones Pink resultaron muy entretenidos de pescar.  Entre los cardumenes de pink metamorfoseados como proceso de su maduración... habían algunos mas "frescos"... mas activos, asustadizos y que tomaban bien la mosca, pero tan vigorosos que se solían zafar con facilidad.
Los Chum, un gran pez... atacador...territorial... vigoroso...  y en una cantidad tal, que en un día ya deseábamos no mordieran más la mosca, jajaja!!!.   La verdad, un pez muy entretenido de pescar.


Mientras tiene a lugar el desove de los salmones, las oportunistas Dolly Varden se apuestan en lugares estratégicos para alimentarse de las ovas que derivan con la corriente, dando la oportunidad de realizar una fascinante pesca con imitaciones de ovas.   No fue fácil dar con la técnica precisa ni el color exacto de la ova.   Son muy selectivas al color y tamaño, lo que esta dado por el tipo de salmón en desove en el momento.   En las tiendas locales venden muchas opciones en color y tamaño, pero solo gracias a una familia que realizaba una flotada en el kenai dimos con el color apropiado.



Tras tanto años ver fotos de corridas de Sockeye, estaba expectante estar frente a ellos.   La primera vez que los vi fue en Quartz Creek, donde también estaban las Dolly Varden.  Pero me saque las ganas de pescarlos en Russian River y en el Kenai.   Grandes cardumenes se concentraban en sus aguas.   Hacian parecer la pesca un juego de niños... muchos salmones "robados", frecuente era que el leader pasara por su hocico ya deformado y por ende, la mosca los clavaba por fuera de la mandibula. Muy pocos lanzaron la mordida al anzuelo.    Solo en la confluencia del Russian y Kenai River ví salmones sockeye frescos (silver), tras horas infructuosas tratando de pescarlos, observe como lo hacían los locales... mi sorpresa!!!...  al "pinche".  Usaban dos splitshot de 1 cm de diámetro a unos 50 cm de la mosca y con lances cual estilo ninfa checa... pasar la mosca por el fondo de la correntada... por al lado del pez...  y así "clavarlos".   Nooo!!!... no era lo que buscábamos y tras conocer peces, técnicas, seguimos nuestro camino.
El pronostico climático anunciaba en un par de días mas un gran temporal, aceleramos el paso y nos fuimos a Valdez... tras los Cohos.  Un hermoso paisaje nos acompaño los cientos de kilómetros... algunas vistas hacen recordar nuestra amada carretera austral.   Glaciares al costado de la carretera, imponente cordillera, rios y arroyos, todos con pesca.   Pero muy influenciados por los deshielos y la turbidez propia de ello.  Valdez nos sorprende con su abundacia de peces, agolpados en el mar frente a cada arroyo, osos comiendo a escazos metros de la carretera y de los camping.  Cientos de pescadores y de casas rodantes.   Casi todos, buscando los preciados "Silver".


Llegada la tormenta, decidimos regresar a Anchorage, ya me quedaban un par de días para regresar a casa.  Destinamos un día al Lago Louise intentando pescar una "trucha de lago", un integrante más de la familia de los char/salvelinus.  Solo logre ver una seguir mi mosca, pero que rechazó al lado de la balsa, luego vino un viento tipo patagón y decidimos abortar la misión.  En otro viaje será... pensé un poco defraudado.   Pero así es la pesca, no hay certezas, nada es seguridad.


A dos días de mi regreso, decidimos volver al rió montana...  habían pasado cerca de 12 días de nuestra anterior visita y ya todo había cambiado, ya no estaban los cardumenes de pink, ni chum. Estaban ingresando los cohos, a su vez que los osos habían llegado a alimentarse al río.   Pero ya no sentía estrés por su presencia.
Antes de abandonar el lugar, le digo sonriendo a mi amigo "mi último lance y vamos"...  atrapando un salmón chum y el cual liberé con una alegría que jamás olvidare.
Y finalmente... allí estaba..... esa luz brillante al final del túnel... sobre el sendero del Río Montana.... junto a aquella sensación de paz y tranquilidad... el camino a casa;  atrás quedó el río y duros días de pesca... bulliciosas caminatas por senderos previniendo el encuentro con un oso y con la mano inquieta sobre el spray "antioso"...  el ruido del agua al correr y el chapoteo de los salmones acardumados... el viento que silbaba a través de los árboles... y que a su paso arrastraba el ruido de la muchedumbre que celebraba  sus capturas.   Así se crearon nuevos recuerdos que atesorar en mi silencio de pescador y la satisfacción de haber cumplido uno de mis más anhelados sueños de niño.  
        

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