Amazonas, Manaos, Barcelos y más allá.

Me ha costado escribir esta historia, quizás por que nunca estuvo en mis planes ir o porque perdí mi cámara fotográfica con las mejores capturas e imágenes. 
En fin!!! esta historia comienza similar a muchas otras que he relatado... y fue cuando mi amigo Martín (que pesca junto a mi en los vídeos adjuntos) escribió para invitarme a unirme a su grupo de pesca.  No me pude resistir, tenía tiempo disponible y el grupo me pareció muy acogedor.
El viaje consistía en llegar a Manaos y de allí tomar un Charter a Barcelos  (ubicado a unos 500km al norte), para luego subirnos a un barco lodge y navegar unos cientos de kilómetros aguas arriba sobre el Río Negro.   La dinámica era navegar de noche de tal manera de amanecer en nuevos lugares de pesca cada día.  No tenía nada preparado, compré una linea para aguas tropicales y confié en que mis amigos me surtirían de las moscas necesarias para los 6 días de pesca planificados. 










                                                                








El Río Negro es uno de los principales afluentes del Amazonas, debe su nombre al color oscuro de sus aguas dada la cantidad de materia orgánica depositada en ella, particularmente provenientes de las hojas.   No es apta o recomendable para el consumo por turistas, pues no estamos preparados          para soportar su acidez y la gran cantidad de sustancias orgánicas disueltas en ella.
Cada mañana salíamos a recorrer diferentes lugares en lo que parece un verdadero archipiélago, con islas flotantes de verdes bosques.  Donde se forman lagunas, canales y brazos, un entorno que solo el guía podía comprender para adentrarse en este complejo laberinto natural, adornado de una enorme diversidad de aves, insectos y mamíferos.   Y en cuyas aguas sorprende ver la abundancia de delfines, yacarés y pirañas.
La pesca se realizaba lanzando estreamers con linea de flote hacia el interior del bosque sumergido, pues allí se refugian los Tucunaré.   Tuve la oportunidad de pescar cuatro variedades de Tucunaré: Açú, Pacá, Tauá y Borboleta.  Mas otras especies como Yacunda y Piraiba, una especie de bagre.  Si bien muchas veces las pirañas cortaron los pelos de mi mosca, un corte como si fuera hecho a tijera, no atrape ninguno.


La pesca de Tucunaré es muy entretenida, adrenalínica... no solo por el hecho de pescar al lado de enormes caimanes que vigilan nuestros movimientos o por los delfines rosados que se posicionan al lado o abajo del bote en espera que pesquemos y liberemos un Tucunaré para ellos devorarlos.   Si no que ademas el "pique mismo" es emocionante.   La fuerza y agresividad de los Tucunaré no dicen relación con su tamaño, particularmente del Pacá (color mas oscuro con puntos blancos en el cuerpo) y sobre el cual el guía siempre decía "paquita malo", en alusión a su ferocidad y lucha.    



Pude disfrutar de muchas cosas, no solo de la pesca.  El compartir noches de atado y ricas caipiriñas, haciendo nuevos amigos y escuchando entretenidas historias.   Disfrutar de almuerzos en escasas islas que se formaban a lo largo del río.  Recorrer las calles de Barcelos, Manaos y su feria fluvial.  Una Forma diferente de conocer un trocito del amazonas y su gente.
Sin embargo, no es posible abstraerse de la magia del Amazonas... una magia sin fin...  Recuerdo esos bellos paisajes al amanecer... cuando salia de mi camarote, digno de una acuarela surrealista.  La briza del viento cargada de cantos de aves exóticas y sonidos de animales insertos en la frondosa selva... invisibles a la vista.  Todo en una dinámica que cambia en la medida que transcurría el día... pisar tierra y sorprenderse con enormes mariposas multicolores...  con la exótica vegetación y apreciar el entorno con sigilo, para evitar entrar en contacto con alguna avispa nativa, arañas, víboras u otra cosa peligrosa de las que se encuentran perfectamente camufladas en el ambiente.   Navegar y saber que solo dentro de la embarcación se esta seguro, casi sin meter las manos al agua y menos darse un chapuzón para calmar el sofocante calor.  Ya para cuando caía la tarde parecía que la quietud y el silencio venía, que la selva se apagaría.  Pero no!!!, la oscuridad solo daba paso al ambiente propicio para que otros animales y sus sonidos se activaran.   Y entonces te das cuenta que Pandora (el hábitat de los Na´vi, de Avatar) no es un universo ficticio, es real y se puede sentir aquí en el AMAZONAS.





Manaos

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