Para quienes conocen los paisajes fueguinos de Chile, esta imagen les traerá buenos recuerdos. Y de seguro dirán que nunca vieron el Lago Blanco tan calmo.
Hace años que quería tomar mi vehículo y sin pensar, conducir hasta llegar a Tierra del Fuego. No es mi primera visita y espero que no sea la última. Quería ir viajando, conociendo, pescando y acampar donde me encontrara el cansancio o la noche. Contemplar cada lugar en su amanecer y atardecer, grabarlos en mi memoria para repasar estas imágenes en el tiempo.
Como toda la Patagonia, Tierra del Fuego es un paraíso para el pescador con mosca. No hago la distinción por ofender o segregar, pero con mosca pescamos aguas que bajo otra modalidad pasan desapercibidas. No hay secretos, todo tiene pesca. Arroyos, lagunas y lagos poseen una abundante población de truchas, especialmente marrones.
Veo arroyos, me estaciono, cruzo la alambrada, pesco y devuelvo. Ninfas, imitaciones de insectos terrestres en goma eva y streamers, son el cargamento que llevan mis cajas. Ordenadas como nunca, en batallones perfectamente alienados.
Preguntas, direcciones, permisos y datos para llegar a los lugares de pesca son siempre bien acogidos por los lugareños cuando se hacen de buena forma y ven que se busca disfrutar sin destruir.
Aaahh!!! Tierra del Fuego, era un sueño volver.
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