Una vez mas estaba zarpando en la barcaza Ronchi rumbo a Villa O'Higgins, con mal tiempo pero con la mejor disposición para disfrutar de una buena jornada de pesca.
La inmensa cantidad de cascadas descolgándose de las escarpadas montañas, acusan la intensidad de las lluvias en los días previos.
La lluvia o encontrar los niveles de agua mas alto en la zona de pesca nos tenía sin cuidado, pero no contábamos con que la mayoría de nuestros destinos de pesca estaban afectados por aguas provenientes de deshielos, lechosos. Eso sí nos desanimó y nos obligó a reducir nuestros destinos de pesca.
Y no es que allí no encontremos peces, si no que por falta de luminosidad la pesca de truchas con mosca se hace más difícil y menos productiva.
El éxito de nuestro viaje radicó en buscar aguas claras, observando, caminando y pidiendo permisos a los pobladores logramos obtener buenos resultados. El viento y lluvia arreciaba, por suerte pudimos pescar al amparo de centenarios bosques de coigües. Donde el color del entorno y de las truchas parecían estar en perfecta armonía. Hermoso!!!
Al transitar hacia Villa O'Higgins vemos muchas pequeñas masas de agua, ahora con lluvia intensa y desbordadas podemos observar como están interconectadas. Presumir que en ellas hay truchas no es difícil, solo hay que intentar.
Y es en estos pequeños cuerpos de agua donde encuentro la mayor de las satisfacciones de pesca del viaje, pesca a la vista de viejas y combativas marrones, con moscas secas del tipo chernobyl ant.
Astutas, voraces, enérgicas y combativas. La recompensa perfecta a los cientos de kilómetros recorridos y de soportar las inclemencias del tiempo.
Sin embargo, mucho de esto no hubiese sido posible sin la gran experiencia de mi partner de Jornada, gracias Gerlof.
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