La pesca de otoño siempre ha sido mi clásico, el momento mas esperado de la temporada. Suelo pensar ¿porque? y es cuando viene a mi mente un mezcla de emociones.
Atrás quedó el corto y lúdico verano de la patagonia. Los días comienzan a acortarse, momento en que los atardeceres... el ocaso, son particularmente mas lentos, ofreciendo atardeceres de ensueño, de esos que hace reflexionar, dando incluso un toque de melancolía. Como forestal de formación, no puedo dejar de pensar en todos los procesos biológicos que ocurren en la naturaleza. Aves que migran, árboles botando sus hojas y retirando la sabia de las ramas, etc. Es el tiempo de "liberar" en la naturaleza, al tiempo que pienso que es el ocaso de un ciclo, de un año... siendo esta fecha mas significativa que un 31 de diciembre.
Junto a las cosas que se liberan en otoño, esta la caña de pescar, las desnutridas cajas de moscas, los golpeados carretes, las resecas lineas. jajaja!!! Pero no antes de dar su última lucha, su ultima aventura, la pesca de mayo.
Esta siempre transcurre en diversos ambientes de la patagonia. Esos que recorro año a año, donde suelo reencontrarme con viejos amigos que hace varios otoños conocí a través de esta pasión. Con ellos suele ocurrir lo mismo, poco nos comunicamos durante el año, pero sabemos que en otoño compartiremos, contaremos historias, anécdotas y recorreremos senderos rivereños en busca de las últimas truchas de la temporada. Sobre la mesa otro clásico, una paella trasandina preparada por Fernando... para lo cual llevo mariscos desde Chile. Año a año, junto a las migratorias siempre hay una paella para reponer energías y un buen vino para entrar en calor.
Cada año, siempre pasa algo sorprendente para mi, esta temporada la recordare por haber pescado truchas de arroyo en el río malleo superior... por primera vez tras mas de una década de visitar sus correntadas que el río me ofrece pescar las tres especies en una jornada. Un gran slam patagonico sobre el malleo.
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