EL RIO DE LOS RECUERDOS

Para entender el significado de esta nota, debo contar que hasta  los 11 años mi vida transcurría como la de cualquier niño de mi edad en grandes ciudades, jugando con amigos de la escuela y vecinos de la población.   
Fué entonces cuando mi familia decidió radicarse en otra ciudad, de todas las descripciones del entorno de lo que sería nuestro nuevo hogar me quedó grabado "que pasaba un río cerca de la casa, con peces".  Jamas habia pescado hasta ese entonces y me imaginaba pescando al estilo huckleberry finn y tom sawyer, sentado en una orilla con los pies en el agua esperando el pique.  Necesitaba un río para mis aventuras y este lo sería, mi "río de los recuerdos".

Viví en esta zona en la década de los 80', la cual quedó atrás para acceder a educación universitaria,  volví a buscar vida después del 2010.   Estimulado por los hermosos recuerdos de parte de mi infancia.

Fue así como la idea de buscar aquellos lugares donde me inicié pescando no se hizo esperar.  Busque el río en Google earth, hasta dar con este lugar tan especial y para mi sorpresa, había un camino de vehículo, camino que en aquel entonces no existía.   Anote distancias, cruces... y al dia siguiente fui al lugar.

Durante el viaje me invadió una bruma de pensamientos y recuerdos de tantas cosas que viví de niño en esta región, la Región de Aysén.   Ahora me dirigía en vehículo por caminos y huellas para llegar al campo de un viejo amigo de la familia, campo al cual en esos años accedíamos solo tras medio día de cabalgata.
La ansiedad me consumía, será este el camino?, que sería del "Viejito Ulloa"? luego pienso..... ya han pasado cerca de 26 años desde la ultima vez que lo vi.  Vivía junto a la señora Mercedes, pero nunca tuvieron hijos, entonces pensaba.... a quien encontrare en el campo? lo habrán vendido?  ufff!!! las preguntas y los recuerdos atropellaban mi mente.   
Finalmente a la distancia reconozco cerros, valles y la ultima cuesta antes de llegar a su casa, esa cuesta que era eterna tras horas de cabalgata.   Al llegar a mi destino el panorama  me lleva a un terrible momento de nostalgia.  Los corrales están deteriorados por el tiempo, con empastadas que borraron todo vestigio de  transito y pisoteo de los animales que allí se encerraban, para resguardar, esquilar, medicar, contabilizar, etc.  Claramente Ulloa no está, no habría permitido tal abandono.
Allí estaba la casa destruida por el tiempo, abandonada, sucumbiendo a la espesura de la vegetación, a los años.   El Viejito Ulloa era  colono esforzado, de semblante curtido por el tiempo, el trabajo duro y por el clima de la patagonia.  Lo recordé afirmado en su portón, calmando el ladrido de sus perros, al tiempo que gritaba "deesmonte aamiiigo!!!!" pase a tomarse unos amargos.  Recuerdos, recuerdos y mas recuerdos... 

No les daré mucha lata, solo quiero compartir un recuerdo más... el momento en que al despuntar el alba de un crudo día del invierno aysenino apareció "el viejito Ulloa" cabalgando y con un pilchero de tiro, venía por ayuda.  Necesitaba alimento para su ganado que estaban muriendo de flacos.   La escarcha cubría desde la tusa a la cola del caballo, jinete incluido.   Al vernos apenas pudo modular un saludo por el frío en el rostro.   Y yo??? yo tenía cerca de 13 años y estaba desesperado al no poder sentir ni mover los dedos de las manos, habíamos ido en su auxilio con un cargamento de avena a un punto de encuentro..... el río.
Luego,  al costado de la casa reconozco el viejo portón que lleva al río, aquel río que en mi memoria albergaba cardúmenes de truchas, con posones en donde varias truchas seguían el señuelo que con dificultad lanzaba con un tarrito y que yo enrollaba rápido para que ninguna de ellas lo mordiera (jugaba!!!).   Historia que deje de contar con el tiempo ante la cara de escepticismo de mis oyentes y que luego de casi treinta años pude rememorar.

Desde el alto veía como las truchas saltaban por todas partes, cardúmenes de truchas!!!...tal cual como en mis recuerdos de infancia. Abundancia tal, que mientras caminaba por el lecho pescando, las truchitas pasaban a pocos metros de mis pies, aguas arriba, aguas abajo.

Truchas, truchas y mas truchas.  Las truchas del río de los recuerdos.
A modo de epílogo, les contaré que por años seguí visitando este solitario lugar, hasta que hace poco me encontré con los herederos de este terreno.   Fue un momento muy emotivo, aunque no nos conocíamos sabíamos de nuestra existencia.  Me reconocieron por mi apellido.   Me contaron que Tomás Ulloa recordaba constantemente a su amigo (mi padre) quien tras radicarse en el norte jamás volvió a la zona.

Me autorizaron para entrar y salir cuando quisiera, compartiendo las llaves de su propiedad.   

Y que fue de don Tomás?  el viejito Ulloa como le decía yo de niño.  Bueno, me contaron que un dia de invierno volvía de coyhaique, por un paso de a pie entre los cerros, donde debía cruzar el río a metros de su casa, para lo cual se ayudaba de una precaria pasarela, mas bien se valía de una par de alambres amarrados a árboles a cada lado del río.  Ese día de invierno la suerte no lo acompañó, cayó al río, murió de frío y sin ayuda.   Lo encontraron después de mas de una semana, para ese entonces vivía solo en el campo.

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