ALGUNOS NACEN ARTISTAS OTROS NACEN PESCADORES

Cada cierto tiempo vuelvo sobre mis pasos, me gusta volver a pescar en aquellos lugares que están siempre presentes en mi memoria.   Este lago no es la excepción, previo permiso de la estancia, tome la escarpada ruta para llegar a la meseta donde esta inserto el lago.   Un camino que siempre recuerdo por esa especie de petricor que inunda el ambiente, ese olor a ñirre que se desprende en los días soleados de verano y que igualmente puedes obtener al frotar los dedos en sus hojas.  
No es una sorpresa que hasta el día de hoy jamás me allá encontrado con otro pescador, los que sin duda van, pero deben ser muy pocos.  Sin considerar a los arrieros que cada vez que transitan por la orilla hacen lances con cucharilla para ver si atrapan una trucha.

Había sido una tarde espectacular, mucho pique, truchas nada selectivas a la hora de tomar violentamente mis clásicas streamers para la patagonia.   Nada fino o como yo le llamo... pesca gruesa, pero pagadora.  La tarde avanzaba y mientras acortaba distancia para llegar a mi campamento, observo mucha actividad bajo el follaje de la orilla, eran verdaderos torbellinos que dibujaban líneas sobre la superficie del agua.   Rápidamente depósito mi streamer sobre los círculos concéntricos que dejaban esas oscuras bocas al tomar su alimento, pero ninguna trucha tomó mi mosca.  Apaciguada un poco la ansiedad de pescar frente a ese concierto de truchas, traté de pensar en algo mas efectivo y cambié a una linea de flote para amarrar al tippet una clásica "chala" patagónica, de esas que nunca fallan.
Pero allí estaba yo, pensando en que hacia mal, porque no engañaba ni una trucha, en circunstancias que había sido un día de muchas capturas a lo largo del lago.   Sabía que estaba frente a un "hatch", pero solo tras acercarme mas a la orilla  vi como las efemerópteras eran diezmadas por las truchas.  Lo sabíiiia!!!... pero la inmediatez de pescar primó sobre un razonamiento más técnico.   Así que rápidamente busque mi caja con moscas para pesca fina.  Tomé la primera mayfly que se enredó en mis torpes dedos.  No estaba dispuesto a una derrota frente a un cardumen de truchas que parecían reírse de mi.  Nervioso deposité la mosca a pocos centímetros de la orilla, siempre bajo el dosel de ñirres que rodeaban el lago.   Y paff!!!  la primera de varias, hasta que por la hora terminó la eclosión (hatch) de insectos y con ello también el pique.


Vuelvo remando a mi campamento, se me ocurre remar cruzando por al medio del lago a bordearlo.  Así llegaría mas rápido y antes de que cayera la noche.  


Palada tras palada voy avanzando, el cansancio se apodera de mi y con ello un dejo de cuestionamientos internos.   Estúpido de mi, tanto esfuerzo físico, económico y de tiempo, por andar pescando truchas que luego suelto.   Mentalmente trato de defenderme del auto boicot, argumentando que es mi pasión.  Mientras la orilla de mi campamento aun se ve lejana.    
Luego me vuelo en pensamientos y fantasías, para llegar a pensar que mi vida de pescador solo obedece a un deseo atávico por pescar.   Algo sin explicación, sin raciocinio, solo un deseo ancestral.   

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