ALASKA ME LLAMA Y DEBO IR

"Alaska me llama y debo ir" rezaba el estampado de una polera de la mercadotecnia virtual.  Sin embargo, lejos de ser solo una frase, era un ruido permanente en mi mente.  Una pieza del puzzle de mi vida.   Alaska, la ultima frontera, tierra de osos y salmones, tierra de aventuras y conquista... con historias de vidas entregadas a la fiebre del oro, de tramperos, de colonos.   Historias que alimentaban la mente de un niño, en cada película que alcanzaba a ver en su viejo televisor en blanco y negro.   Y con el tiempo, destino soñado por todo pescador.
Recientemente y de forma inesperada, pude concretar este anhelado sueño.   La tensión de organizar el viaje a ultima hora fue inmensa, moscas, lineas, cañas, pasajes y detalles afines, casi colapsaron mi mente.   Pero sabía que era la oportunidad de concretar el sueño de un niño.
Luego de 48 horas de viaje y esperas, llego al aeropuerto de Anchorage.  Donde mi viejo partner de pesca me esperaba para viajar inmediatamente al primer destino de pesca.   Mi primer lance, se los prometo!!!   y  un salmón chum ataco mi mosca... wow!!!  que bienvenida fue aquella...  aun necesitaba abofetearme un poco mas en el rostro para saber que era real y no uno más de mis sueños.
Fueron dos semanas full en Alaska, recorrimos mas de 1500 kilómetros, con largas jornadas de pesca y aveces bajo duras condiciones climáticas.   Donde cada día era una aventura, ya sea  investigando... aprendiendo... conociendo... disfrutando... o sencillamente cumpliendo un sueño.
Al estilo que me gusta, al estilo trout bum, el vagabundo...  acampando... como siempre... solo que esta vez lo hacia en tierra de osos.   Porque una cosa es ver osos en el río, afanados en los salmones.   Otra es escuchar sus gruñidos en la espesura del bosque circundante mientras pescábamos, pero escuchar sus gruñidos en las oscuras noches mientras dormía en mi carpa... fué inquietante ...de terror.  Sin duda, el nivel de estrés de esa noche marcará el grado máximo de mi escala "Richter" de los miedos que he experimentado pescando, jajaja!!!!  Con pesadillas en la noches siguientes, jajaja!!!
Dejaré esta última foto, como testimonio de la amistad que nació en los ríos de la patagonia chileno-argentina.  De esos amigos que pocas veces regala la vida.  Por que hace unos 5 años atrás, mientras pescábamos en tierra del fuego, salió por primera vez el tema de compartir un viaje a Alaska.  Un sueño anhelado por ambos, muchos antes de esta amistad.
Alaska me llamaba...   y fui.  Espero en próximas notas relatar algunas de mis vivencias... para los amigos que suelen tomarse el tiempo de leer mis notas, para mis recuerdos de pescador, para el hijo del pescador... que un día comprenderá la pasión que movía a su padre.  

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